Elsa Garcia (foto by: Jorge Barrera)
La que a los 12 años se enfrentó a su primer monstruo infantil, que fueron unos Juegos Centroamericanos y del Caribe, en El Salvador.
Y lo curioso de la gimnasta Elsa García es que a los once años soñaba con estar en unos Olímpicos sin saber qué eran unos Juegos Centroamericanos.
“Fue curioso porque vi los eventos de Sydney 2000 en televisión y me gustaron, pero cuando fui a El Salvador no sabía qué importancia tenían los Juegos del área mesoamericana. Gracias a ello me enamoré más de la disciplina. Recuerdo que me caí de las barras, estaba muy adolorida y con raspones en la cara. Me dijeron que si abandonaba y les dije que no, que deseaba continuar. Me levanté y gané mi primera medalla de oro en una justa internacional, siendo la más chica de todas las competidoras”.
Así recuerda Elsa sus primeros pasos en la gimnasia. Aunque señaló que desde los tres años era muy activa, por lo que sus papás -Mauro y María Gracia- la metieron a practicar la gimnasia.
“Sé que los retos me han llegado sin saberlo. Siempre estaba enfocada a la gimnasia y unos Olímpicos. Ahora que recuerdo muchas cosas disfruto más todo lo que me ha tocado vivir, como viajes, trofeos, lugares, y lo más importante, triunfos para mi país”.
Y aunque ha habido momentos de tristeza en su carrera, dijo que han sido más las alegrías, por lo que agradece todos los días el saber que tiene un compromiso especial con la gimnasia.
“Yo respeto cuando dicen otros deportistas que han tenido que sacrificar muchas cosas. Desde niña siempre quise ser la mejor y lo que comenzó como un hobby ahora es una disciplina que la traigo en la sangre. Un día les dije a mis papás que llegaría a ser grande en esta disciplina. Se sorprendieron porque tenía ocho años de edad. Pero me apoyaron y me han ayudado a salir adelante en mis caídas”.
Elsa García al principio no fue comprendida por sus compañeras de escuela.
“Decían que porqué no iba con ellas a las fiestas. Pero no me importaba, porque disfrutaba hacer gimnasia. De niña eran tres horas por semana, pero conforme me fui adentrando más, yo misma le dedicaba más horas. De niña no hay cansancio, sino hasta que llegas al alto rendimiento”.
Por eso para ella la gimnasia ha sido un estilo de vida, una disciplina que le ha enseñado humildad y muchos valores.
“Siempre he visto la vida diferente a los demás. Eso me ha hecho crecer, madurar y tener los pies en la tierra. He tenido lesiones que me han operado, pero nunca he sentido miedo. No hay obstáculos cuando quieres sobresalir, lo cual me ha llevado a ser la gimnasta más elegante. Imagínate que me lo hayan dicho enfrente de las mejores del mundo. Por eso agradezco a la gimnasia que haya entrado a mi vida”.
Y para sus cuartos Juegos Centroamericanos “estoy más madura. No sé qué vaya a pasar, pero los disfrutaré como si fueran la primera vez. A más si me corono en mi país, con mi gente. Sé que me falta mucho por lograr, pero una medalla en casa es para presumir que los retos los he superado con grandeza y mucha dedicación”.